Claves
para mejorar la competitividad actuando sobre el ambiente laboral
Por Silvia Stamato
Una
empresa no es una simple combinación de recursos, ni siquiera una combinación
de áreas o departamentos con cada sector funcionando como un perfecto engranaje
de una gran maquinaria destinada a obtener resultados. Es mucho más que esto:
.
Es una organización de personas y recursos.
.
Se busca en la empresa, la satisfacción de fines comunes que cada persona no
podría concretar en forma individual.
.
Las interrelaciones dentro de la empresa trascienden la simple combinación de
factores productivos. El empresario, gerente o directivo es el líder
indiscutible porque tiene responsabilidad sobre la empresa y sobre sus
condiciones laborales, de producción y de mercado, toma la iniciativa de crear
riqueza, asume riesgos y mantiene su autoridad.
.
Salvando la unidad de dirección empresarial, todos los agentes que laboran en
la empresa, participan cada cual con su función específica en el logro de fines
comunes, dándose una tejido de interrelaciones en la gestión. De este entramado
y no sólo de decisiones y circunstancias de mercado, dependen los resultados.
Por
lo tanto la división del trabajo o la departamentalización por áreas en la
empresa depende de mutuas relaciones de trabajo entre los distintos
departamentos y de mecanismos aceitados de comunicación interna, para obtener
ventajas competitivas y maximizar el rendimiento.
Por
otra parte, si bien conflictos y tensiones son sanos y pueden enseñar a las
personas a ser tolerantes, nunca es rentable convertir a la empresa en un campo
de batalla. Se corren serios riesgos y se pierde más de lo que se gana:
5 claves para mejorar
el ambiente laboral aumentando la competitividad
1. Integrar la individualidad de la gestión de cada área en la gestión
global de la empresa
Muchas veces entre
las distintas áreas de una compañía se dan conflictos. Esto es así porque cada
gerente o responsable tiende a ver su área como compartimentos estancos o como
una isla que no tuviera conexión con el continente. Desde esta concepción
recortada de la realidad de la firma, cada uno trata de cumplir con sus
obligaciones a conciencia, pero sin interacción con lo que tratan de alcanzar
las otras áreas. Y ya nadie siente responsabilidad compartida. Seguramente
quien está a cargo del área, lidera a su gente, tiene mucho conocimiento y expertise sobre su especialidad pero pocas
veces piensa en que debe mirar no solo en sentido vertical sino a los lados,
horizontalmente. Así es como cada uno percibe que las actitudes, dichos y
acciones de los otros provocan las propias, pero no busca su propia
responsabilidad en el problema.
Sin embargo, toda
empresa tiene el derecho de proponerse alcanzar mejoras actitudinales en la
gente como: estar dispuesto a colaborar, ser voluntarioso, formar equipo con
otras personas.
Es necesario crear un
espacio de comunicación en la organización para plantear diferencias, problemas
y proponer soluciones, acordando un plan a seguir para obtener mejoras en los
resultados.
En la Pyme es muy
útil sostener reuniones inter áreas, en las que participen los encargados de
cada sector, semanalmente o al menos quincenalmente:
. ¿Cómo organizar
estas reuniones?
Deben ser periódicas
y respetar la periodicidad acordada, tener una duración prefijada y el ambiente
distendido aunque no relajado, fijar un objetivo para la reunión puntos a
tratar conocidos por las partes.
. ¿Qué hacer en estas reuniones?
Dedicar una parte del
tiempo a resolver asuntos operativos y otra parte a practicar el diálogo. Para
conocer más como establecer sesiones productivas de diálogo en la empresa: http://silviastamato.blogspot.com/2011/10/el-desafio-de-generar-dialogo-en-los.html
2. Trabajar en mejorar la comunicación para mejorar los procesos
En una situación
conflictiva, en que las personas no se llevan bien, reina el malestar y se fija
el desacuerdo. La resolución de los problemas ya no dependerá de cuál es la
mejor solución o cuál es la causa del problema, o qué procedimiento será mejor
para obtener resultados. La solución va a pasar entonces por terminar el
encuentro lo antes posible porque “no
quiero ver a fulano”, “esta persona es molesta”, “éste no merece mi confianza”,
“pienso que no dice la verdad”. Y ya sabemos qué ocurre cuando se toman decisiones
en este estado emocional.
Por tanto el malestar
hay que encontrarlo y disolverlo. Una buena manera de hacerlo es generar
convivencias. Puede haber incomodidad al principio, pero bien guiada, se vuelve
positiva porque facilita el sentido de pertenencia y el compromiso con el
equipo.
Otra posibilidad es
organizar reuniones con miembros de los distintos sectores con el fin de
intercambiar expectativas, encontrar intereses comunes y aprender a trabajar
desde allí, no desde las posiciones enfrentadas de cada uno.
Normalmente en estos
encuentros se abren caminos alternativos, no pensados antes que mejoran los
procesos. Y se encuentran focos de desarrollo comunes. Esto se traduce en más
satisfacción al cliente, más ventas, más rentabilidad.
3. Generar al menos un proyecto cross por vez
Muchas veces el
individualismo en la gestión de cada área tiene origen no tanto en las
actitudes de las personas sino en un modelo de gestión de la empresa basado en
trabajos aislados por sectores, promoviendo el logro de metas individuales
desconectadas de los objetivos generales de la compañía.
Por lo general el
logro de metas va acompañado de premios y castigos, lo que hace impensable que
uno vaya a fijarse lo que le ocurre a otros sectores.
Por lo tanto sería
práctico equilibrar los incentivos por resultados en cada sector con los
asignados por el trabajo cooperativo con otras áreas.
Para incentivar la
cooperación se necesita contar con proyectos cruzados donde intervengan
diversos sectores y se trabaje en mejorar la interacción a través de la
convivencia.
4. Ir hacia un liderazgo de equipo
Otro desafío para la
Pyme es salir de un liderazgo paternalista o peor aún de la posición del
árbitro que suele resolver solo los conflictos, hacia la búsqueda del consenso
de todas las áreas, escuchando y comunicándose.
Para facilitar el
crecimiento de la Pyme, y como no se pueden abarcar todas las funciones ni
llegar a cada una de las personas, el aprendizaje de un nuevo estilo de
liderazgo no consiste en cambiar un valor por otro, sino en cambiar un hábito
por otro que permite aumentar la competitividad. Se trata de aprender nuevas
competencias.
La función del líder
de equipo es similar a la de Director de orquesta, agrupación de músicos que se
unen para interpretar una obra musical. Al respecto, afirma Sergiu Celibidache,
rumano, Director orquestal: “La orquesta es el instrumento más imperfecto,
debido a problemas técnicos de cada instrumento (afinación, construcción,
etc.), además, esos instrumentos están tocados por personas, que no tienen nada
de perfectos y para colmo, el último en responsabilidades, el director, tampoco
es perfecto. El rol del director, consiste en aunar en un solo criterio, (el
suyo) las distintas maneras de pensar, voluntades y personalidades de todos y
cada uno de los miembros de la orquesta.”
5. Definir los objetivos con claridad
Aparte, la división
de tareas y metas por áreas de la empresa sigue siendo muy importante y
necesaria. Cada persona que trabaja en ella debe tener claro a quien reporta,
cuáles son sus funciones y qué se espera de ella. Si un empleado no tiene claro
todo lo anterior pierde eficiencia porque no logra optimizar los recursos
disponibles.
Metas y objetivos
deben guiar a la organización en la dirección señalada por los propósitos y
misiones básicos. Son compromisos de acción mediante los cuales se realiza la
misión de una empresa y se establecen las normas que permiten medir el
desempeño.
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